Eclesiología Veterotestamentaria

La Iglesia en el Antiguo Testamento

En todo el misterio de la salvación hecha por Dios, la Iglesia, fundada por Cristo, reconoce allí sus comienzos y su elección. La Iglesia está prefigurada en el pueblo de Israel desde el AT. En Israel la Iglesia queda injertada en todo su desarrollo de salvación en el que tiene sus comienzos. La realidad de la Iglesia tiene que ser expresada en todos su ámbitos, la Iglesia debe aparecer como lo que es, quiere ser y debe ser. 

Dios eliege a un pueblo, el pueblo de su propiedad: Ustedes serán mi pueblo y yo seré vuestro Dios. Es por ello que la Iglesia tiene desde sus inicios el ser pueblo de Dios, Israel se siente parte escogido como un pueblo esencialmente peregrino. Dios realiza la salida del pueblo en el que tiene puesta su esperanza y así la Iglesia también es el pueblo peregrino, el pueblo de la liberación para todos los hombres. Todo este aspecto de ser pueblo de Dios se encuentra en el AT. El pueblo de Israel se constituye por las doce tribus, y la Iglesia que es el Israel de Dios tiene su fundamento representada en los doce apóstoles. 

El pueblo vive la característica de ser nómada en pequeños grupos y así la Iglesia también tiene esta característica por estar presente en las comunidades domésticas. El pueblo tiene principios comunes, leyes, fiestas que los une, que los hace uno solo y en el nombre de Israel tienen toda su trascendencia histórica. Israel es el genuino pueblo de Dios; el pueblo de Yahvéh. 

Israel se constituye el “resto santo” pero con su dimensión abierta a la salvación de todos los pueblos. La elección de Israel le da la idea de ser el resto por el hecho de ser elegido; es el pequeño rebaño, es la célula reproductora de lo nuevo que aparecerá después, que es la Iglesia, el resto santo de Dios. Los judíos viven la dispersión pero a la vez viven la unidad, viven su organización, su situación concreta como pueblo; y así la Iglesia también aparece extendida para todos, con su organización en las comunidades donde se realiza el culto. 

La comunidad se reune para dar el culto a Yahvéh, Israel tiene este sentido de ser pueblo de culto, comunidad cultual que ofrece a Yahvéh sus sacrificios reafirmando la alianza con el pueblo. Ejemplo de esto es la asamblea reunida alrededor del Sinaí para dar culto a Dios que los ha liberado. La comunidad israelita se agrupa en torno a Yahvéh, acampa en torno a la tienda de la revelación; por ello el culto se da en la comunidad y para la comunida y esto se convierte en Palabra de Dios. 

La conciencia religiosa de Israel tenía un principio en la ciudad santa de Jerusalén, lugar del encuentro con Dios, y desde ahí el pueblo tiene como fundamento ser ciudad santa, en el que la Iglesia también se convierte en ciudad santa, en símbolo del pueblo escogido de Dios. Jerusalén es la ciudad de Dios, la Iglesia es la Nueva Jerusalén donde Dios habita. La comunidad judía es reino de Dios en sentido ético-religioso, pero el reino de Yahvéh es también una realidad actual en el que se vive el cuto a Dios en medio de un pueblo concreto. 

Israel es el pueblo de Dios porque está en relación especial con Dios, Israel existe en Dios y para Dios, es propiedad de él porque es obra suya, Yahvéh la ha formado, Yahvéh le ha dado el ser pueblo; la Iglesia también es propiedad de Dios, pues Dios es su autor, su origen y su fin. 

Israel tiene una mutua relación de comunicación y vida que le ha sido dada por Dios en la revelación pues es el pueblo amado por Dios. Así como Israel ama a Yahvéh, Yahvéh ama a Israel. Israel es pueblo santo en la medida en que es sacramento de la presencia de Yahvéh; esto es debido al acontecimiento de su elección y de su liberación. Dios pone su santuario enmedio de ellos para siempre, su morada estará siempre con ellos. 

La misión de Israel no depende de su relación con Dios sino también de su relación con los pueblos y con toda la humanidad entera a la que debe anunciar la salvación hacia todos los hombres. Por ello Israel está íntimamente unido con el mundo, con la creación; es historia universal a través del cual Dios realizará su obra de redención. Israel es el portador de Yahvéh, es el testigo de la realidad que Dios hace al hombre, es signo de su presencia, es manantial de su amor. 

Desde Israel correran a todos los pueblos los bienes contienidos en las promesas divinas; Israel representa el pueblo de Dios, es el mediador salvífico, regio, profético y sacerdotal. Israel tiene como cualidad ser pueblo mediador, ser portador hacia el universo cumpliendo su misión en orden a la salvación del mundo. La elección del pueblo anuncia un universalismo; la salvación garantizada por Dios cuyos principios se dan en la creación y cuya realización se hará en el juicio universal. El amor universal de Dios no se limita sólo a Israel, sino hacia todos los pueblos, es el Dios que en medio de su pueblo revasa las fronteras, que abarca al mundo entero y lo renueva. La Iglesia por ello es también portadora de esa salvación universal “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. 

La realidad de la salvación no se da de manera particular, sino que se da en medio de una comunidad; no es solo el individuo el que se encamina hacia Dios sino que va en y con sus hermanos al encuentro de ese Dios. Individuo y comunidad no son dos realidades diferentes sino que una necesita de la otra para complementarse. No son solamente las aspiraciones del individuo sino que es el deseo de la comunidad el que lleva a cabo la Alianza con Yahvéh. Excluir al individuo de la comunidad es enviarlo a la muerte. 

Toda la acción del individuo haya su norma en la voluntad de Dios, y su cumplimiento o incumplimiento depende del destino del pueblo. El israelita celebra su liturgia con y en medio de sus hermanos, no sólo y aislado; Israel es una comunidad no colectividad anónima. La Iglesia en su mensaje cristiano trata de la salvación del individio que está incorporado a la comunidad. 

Toda la eclesiología se encierra y tiene sus orígenes en el pueblo de Israel, el pueblo escogido por Dios en donde se realizan las promesas pero no promesas cerradas sino la promesa abierta a todos los pueblos. Dios no se interesa sólo por Israel sino a partir de él hacia todos los hombres que anhelan la salvación. Todo el mensaje veterotestamentario le concierne precisamente a la eclesiología. El Vaticano II por ello afirma que el pueblo de Dios en el AT es preparación y figura de la Iglesia del NT. 

La Iglesia está incluida y prefigurada en el Israel; es el pueblo de Dios único e indivisible por medio del cual Dios presenta su amor patente al hombre por medio de Cristo su Hijo, plenitud y cumplimiento de las promesas, que la Iglesia anuncia a viva voz a todos los hombres. 

Miguel A. Ponce